El pibe de oro de la nueva ola musical argentina llegó por primera vez con su banda completa y aceitada a La Sala de Las Artes, el pasado viernes 25 de octubre, dejando perplejo por unanimidad a un público muy pero muy joven que colmó el lugar.
El mismo 25 de octubre, las plataformas virtuales cobijaban
un feat. de Wos (foto: mpinkph) con el afamado grupo de percusión de su papá (La Bomba de
Tiempo) y uno de los excelsos guitarrista del Indio Solari: Baltasar Comotto.
El marco era relativo al estreno ese que trasciende varias generaciones porque
Suipacha y Güemes volvió a mutar como lo hizo a lo largo de toda su historia de
recuerdos y puntos de partida en lo que refiere a tendencias musicales. Con
otros que dirigen el rumbo y la batuta del sitio, el mote no parece haber
pasado de largo para la fisonomía energética con la que se es testigo allí de
variados fenómenos artísticos. Y el caso de Wos es uno de ellos ya que su
evolución como líder de una multifacética banda es cosa seria y sus fanáticos
lo saben porque hicieron cola puntual, entraron sin problemas y vivieron la
previa con una ansiedad envidiable que se convirtió en adrenalina cuando
comenzó el show. Dentro, la valla estaba prácticamente a centímetros del
escenario ya que las entradas se agotaron volando.
En la antesala, les pibes deambulaban por la zona, haciendo
sociales con paquetes de frituras y gaseosas de litro y medio descartable como
termo bajo el brazo. Toda una síntesis de alimentación cultural. Tampoco tiene
nada que ver la generalidad pues la química y las hormonas eran el condimento
especial para lo que se vendría en breve. Cuando las luces de La Sala se
apagaron parte de la banda de Wos irrumpió con dos estandartes que lucían sus
integrantes, simples y naturales para una generación: el barbijo de los BTS
para Ca7riel y el pañuelo verde para la bajista Natasha Iurcovic. Sí, Ca7riel
es el guitarrista de Wos, el que fuma flores con Paco Amoroso y Lamothe, otro
poderoso referente de la nueva escena, allí, en una banda intensa de
trash-trap-punk-RHCP regalando al promediar la noche de Pichincha un solo
spinettiano –porque la referencia es directamente esa– que recibió un caluroso
reconocimiento.
El arranque puntual fue con “Luz delito”. Así, de una. La
canción que para algunos significa demasiado para otros es la novedad. Pero
acaso eso qué importa. El grupo de Wos empezó a brincar como conejo en el
escenario con el fraseo de cuerdas de “Luzbelito y las sirenas”, luego llegó
“Okupa”, también de su nuevo disco “Caravana” y uno de los hits del stream,
“Terraza”, momento sublime entre la gente y este joven artista.
Una camisa arrojada desde el público fue suficiente para que
Wos derroche su prontuario de freestyler improvisando frases con la prenda.
Pero aunque su look de pelo platinado con cresta de gallo y la heladera de Red
Bull le hacía a más de uno rememorar su reputación de multicampeón de mil Batallas,
con la banda que debutó en vivo en el Cosquín Rock 2019, la cosa va por otro
lado.
Por supuesto que hubo freestyle, y en dos tandas, y también
sonó otro de sus siderales hits esperanzadores: “Canguro”. Todo lo que fue
sucediendo no hizo inimaginable el compromiso del artista con una bajada de
línea clara y genuina. Un mensaje concreto que hasta le ahorró el trabajo a los
padres de explicar qué mierda está pasando en este país. Pero Wos les habla a
sus fans de abrir la cabeza y sacar todo para afuera. De maquinar pero para que
todo fluya. A veces vez cosas de Eminem pero no. Enseguida un “Melón vino” le
baja muchos cambios a la exposición mediática que logró su persona en tan poco
tiempo.
Ca7riel lanzó “el arte es un escudo antigiles” y sin ofender
a nadie todo iba por los carriles normales de la buena vibra. El cierre fue a
todo trap con “No va a bajar” y “Púrpura” pero claro, quedó todo en la manija.
Trece canciones y dos improvisaciones parecen poco para un concierto pero los
tiempos ahora son diferentes y enhorabuena porque fue la medida justa para
dosificar el vigor de estas nuevas generaciones de artistas (descendientes de
otros artistas) que parecen haber salteado décadas y atravesado a todas las
culturas en un muy poco tiempo. Si nos seguimos preguntando si el rock existe o
se mudó al trap estamos fritos. La vida no es el rock. El rock no es la vida.
La música es todo. Viva Wos y ojalá siga habiendo música para rato.