La década de Antares: cerveza y música en el Paraná

La marca marplatense festejó el sábado 21 de diciembre sus diez años en Rosario. Fue en el balneario La Florida con birra tirada, rock, baile y el río marrón como testigo de una fiesta en comunidad, celebrada por los shows de Gastón Leandro, Nonpalidece y un cierre a pura cumbia punk con los locales Homero y sus Alegres.


Antares (fotos: María Fernández) nació en 1998, en La Feliz, pero llegó a la ciudad recién en 2009, dándole el puntapié inicial a toda una cultura cervecera (en pleno auge) en la ciudad que se congregó en el predio que se conoce como La Florida paga y terminó bailando hasta la madrugada. “Tengan cuidado con Alcoholemia” decía Alejandro García, voz y güiro de Homero y sus Alegres, que junto al talentoso polirrubro y multi instrumentista Homero Chiavarino y la imponente Vicky Olgado animaron el final de una noche soñada, a orillas del Paraná.


Pero antes, al principio, cuando el cielo empezaba a esputar sus primeras microgotas de rocío sobre el público que ya estaba descalzo en las arenas de la costa rosarina, la cerveza empezaba a pasar de mano en mano, entre canillas de sabores diversos para compartir con buena música de fondo y amigos. Y así fue porque el clima acompañó y aunque estaba un tanto fresco (por quejarse gratis de algo) no quedaba otra que mover los pies, al mejor estilo Pata Pata de los dorados años ’80.


Primero llegó la nostalgía millennial al coqueto escenario de Antares Rosario con el trovador rockero Gastón Leandro, un trotamundos guitarra en mano que elogió al cancionero popular con con sus seis cuerdas (que en un momento fueron cinco) y un repertorio tan variado que fue desde “Seven nation army” (The White Stripes) hasta una solemne versión tribunera del Himno Nacional Argentino, pasando por AC/DC, Kapanga, Los Piojos, Los Redonditos de Ricota y Vilma Palma e Vampiros, entre otros. El pelado (o El Gordo, como le gusta que lo apoden) acaparó inmediatamente la atención del público que ya tenía algunas pintas encima y coreó cada uno de los éxitos que yacen en el inconsciente colectivo de un público popular y relajado.


A Nonpa le costó apenas un poco más. Quizás porque el IBU dejaba pasar tranqui la graduación alcohólica de un destacado producto artesanal que lidera el mercado y el humo empezaba a bajar varios cambios para entrar en modo reggae, con una de las más prestigiosas bandas del género en Latinoamérica. El set comenzó con las dos coreutas del grupo tigrense recibiendo a puro ritmo jamaiquino al místico Néstor Ramjlak que irrumpió con sus características dreadlocks y una bandera rastafari flameando entre sus rastas. “Entre el suelo y el cielo ahí vamos nosotros, flotando en el aire” (“En el aire”) parecía ser el arranque indicado para esta conmemoración que fue tomado forma de festival cuando le arrojaron dos pelotas enormes al público para que la diversión fuese completa.


La música comenzó para acompañar y como casi siempre sucede terminó quedándose con todas las miradas, y los oídos. No faltaron himnos del reggae argento como “Para donde corrés” y “La flor”. Como cuando florece la cebada y marida luego con la malta, la cadencia sonora de Nonpalidece acompañaba cada trago y ya nadie podía quedarse quieto. La vibra se contagió entre el público y esa decena de músicos que tuvo que quedarse un rato más en el escenario. Néstor divisó agite y entonces Nonpa le regaló a la gente dos o tres canciones más para combatir (o acompañar) una bonita y fresca noche, la primera del verano en la ciudad, y dejar todo listo para el cierre con Homero y sus Alegres.


Llegó el momento de la cumbia al improvisado parador de Antares en la costa rosarina. Clásicos tropicales y del rock local para mover el cuerpo y seguir bebiendo con cierta moderación para pasarla fenomenal. Y así se dio porque la década de la marca en la ciudad no pasó desapercibida con tamaña fiesta en la ribera de la ciudad, con el río como testigo, como debe ser, porque en el río… en el río es mejor.


Buscá más notas acá