Vení a jugar al "Potrero" de La Fuga

Entre tanto live pomposo pero bien recibido a algunos les cuesta volver al barrio, aunque el barrio siempre se presenta sin avisar. Si ya es difícil tener un rato (entre un tocazo de tiempo de sobra) para sentarse a escuchar un disco entero, más se complica ante esta furiosa revolución del confort hogareño hacerlo en la compu y no en el celu. Mirándole el lado bueno, es interesante no tener que desenrollar el cable del auricular para oír lo que La Fuga publicó en YouTube: el esperado “Potrero”.



Una de las tantas bandas que profesan la autogestión en Rosario, tiene miles de años de recorrido (parte de los integrantes hasta grabaron en cinta DAT), se reinventó varias veces y terminó por elegir esta particular etapa por la que atraviesa la humanidad para lanzar un disco con 11 canciones, disponible para libre escucha, y que arranca con el swing -química de sala de ensayo- de “Árboles”, con Coco Rodríguez cuasirapeando entre colchones de teclas de todos los colores y solos de guitarra eléctrica. Volviendo al barrio, sobre el final de la canción se escucha el sonido del marketineo parlante de un compraventa, como un de fade out de los arrabales donde se diluye el “compramos calefones viejos”.


La composición que le da nombre al disco, con latiguillos de jingle, junta a Rodríguez con Lucky Piccoli, un gran tecladista de la ciudad que lleva el ADN de lo celestial y crudo que a veces combina en la sien el rock rosarino: “Militando el arte, siempre hacia adelante, somos como un aluvión”, dice “Potrero” revalorizando la independencia artística como algo cotidiano.


La poesía jipotrópica de La Fuga (foto: Instagram) se queda en “Tierra”, una energética balada. En este “Potrero” los teclados sesentosos marcan la cancha. Las voces y coros se funden en una sola, en el estribillo de “Cruz”. Y ese clima pueblerino de guitarra y plaza, que todavía conserva Rosario en algunos sectores de la ciudad, le da sentido de lucha y esperanza a “Hijos de estas lluvias”.


Las canciones son artesanales y conviven entre la prosa del sórdido transitar del trajín cotidiano, la rutina, o lo que fuere que lleve a perder la identidad espiritual pero aún así el mensaje no suena utópico, trasciende, hay paz, hay amor, también hay guerra y rebelión, algo más bien genuino, natural, de confianza. Se grabó, en Pampa y Guido, en una casa del rosarino barrio Azcuénaga, en el oeste, donde dicen vuestros ancestros: está el agite. También se logró en el El Búnker por Coco Rodríguez que lo editó, mezcló y masterizó.


Se atiza apenas un poco el fogón barrial y el viaje se va en trance ambiental de bombos con “Pyahu Kuarahy”, (Nuevo Sol, en guaraní) para partir matemáticamente en dos al álbum y lanzar al verde césped un puñadito de canciones dentro de ese clima de falso acústico, con mucho acero. “Fuga”, “Volar” (que arranca con la agudísima corneta del churrero), “Overol”, el hiphopado “Amanecer” y “Oxigenándonos”, para terminar como una big-band de teclados al palo y muy luminosos.


Martín Pallero en bajo, Juan Manuel Bauman en guitarra y Rana Burani en batería completan este quinteto que trabajó muy prolijo y humilde antes y durante la cuarentena obligatoria, aunque ya lo venía haciendo duro, parejo y celoso con el proyecto, desde mucho antes. Tal vez esa búsqueda de la perfección le llevó demasiado tiempo para editar algo de manera oficial, pero llegó en 2020. 


La Fuga se hizo esperar y "Potrero" es el logro de décadas de historia. Para comprobarlo no hay mejor manera que leyendo los agradecimientos que están en los créditos del full album, en YouTube: “A la hermosa familia Fuga que nos empuja a seguir soñando. A la Vecinal por el espacio y la posibilidad de seguir construyendo. Al Club Libertad por el apoyo permanente. Al negro Vega por tirar para delante siempre del carro. Al Chino Guirin por aportar su magia en la Producción. Al barrio que nos permite seguir saliendo a jugar en éste Potrero. Dedicado a Gian, que vino a llenar de luz nuestra casa”.


Escuchá "Potrero" de La Fuga:




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