Las Pastillas fueron el remedio para combatir la mufa en el Anfiteatro

El grupo de casi dos décadas de trayectoria inició una intensa gira partiendo desde lo que se conoce vulgarmente como el “interior del país”, recorriendo un raid de conciertos, entre ellos un doblete en Rosario (14 y 15 de enero) en un Anfiteatro renovado y adaptado a esta nueva normalidad de la que todavía no se conoce demasiado, solo que hay que cuidarse entre todes.





El primero del Humberto de Nito iba a ser Mamita Peyote con la Rosario Smowing pero se suspendió por positivos de covid en su staff, así que hubo que esperar y contener la manija que se aplacó un poco con el show de Cielo Razzo en el mismo lugar, y que con Las Pastillas del Abuelo tuvo el puntapié inicial hacia una nueva manera de ver y hacer espectáculos en Rosario.


La realidad cuenta que ahora en el Anfi tenés muchas indicaciones bastante fáciles de acatar y acomodadores como en el teatro, con un lugarcito reservado que compraste seguramente por internet (o a la antigua que también se puede). Si bien la tecnología ya se había colado en los conciertos de cualquier índole ahora se ve materializada su practicidad en actos de total simpleza tanto para el público como para el organizador en la previa.


También hay que reconocer que en los albores de esta nueva era los horarios son más reales que nunca. Se respeta al artista, se lo espera, aunque verdaderamente se ve esa transformación en la que la banda además ahora pondera que la gente se pone las pilas, llega a horario y se queda en su burbuja lo más quieto que puede. Y claro, eran Las Pastillas…


Mica Racciatti (foto: @mpinkph) se hizo cargo de las primeras estrofas para un tarde fenomenal que se iba convirtiendo en noche mientras la artista, acompañada del joven guitarrista Martín Buszano en formato de set eléctrico, mostraba su gran talento vocal para cantarle a un Anfi colmado en términos de pandemia, al 30%.



Y hay que entender que Piti, Bochi y la runfla pastillera venían de Córdoba y ya tenían una noche en el lomo en Rosario. La del viernes 15 se dio de maraviillas. Diluvió temprano, brotó la humedad y a la tardecita el cabezón se asomó también por el Parque Urquiza para que a orillas del río y a cielo abierto todo se vuelva ideal para escuchar a Las Pastillas del Abuelo.


El show del 15 arrancó con “Azúcar impalpable”, una canción del último trabajo que se llama casi irónicamente “2020”. Sorprendió “Rompecabezas de amor” luego, quizás una de las canciones más hermosas de rockamor que existan y a la vez la más reproducida en Spotify para las pastis plataformeras.


El Piti (foto: @mpinkph) estaba enérgico, tan cannábico sin encontrarle el pelo al huevo, con buena onda. Al vocalista de Las Pastillas claramente no le cabía el streaming, se lo notaba ofuscado en cada uno de aquellos pero ahora todo parece ir acomodándose y el espectador, por supuesto, agradecido.



Como en el colegio hay que decir que nos portamos bien. Iba todo bárbaro hasta que en “Tantas escaleras” hubo una masiva ola (como la de los mundiales) que rápidamente la banda, en un acto paternalista mediante la voz del Bochi Bozzalla (guitarra), desactivó mensajeando a la masa burbujera que se volvió a sentar y la canción del disco rojo empezó a sonar de nuevo, desde cero, como si hubiesen pedido el VAR.


Con “Qué es Dios” se soltaron muchas lágrimas. Pasó de todo en 2020: se fue Beto Sueiro (su compositor) y el Diego; por lo que esa canción se convirtió en una marca registrada y Maradona tuvo su merecido homenaje en la ciudad que también lo vio correr detrás de la redonda.


Cuesta creer que realmente el auditorio se quedó lo más manso que pudo pero fue solidariamente así. En sintonía folk, con un sonido tal vez más emparentado con la faceta solista de Piti Fernández, el grupo se readaptó perfectamente a esta actualidad que los tiene como referentes de una cultura que necesita reinventarse a las patadas y que como primeras pruebas se nota que puede hacerlo, madurando a la par con su gente que atraviesa un importante rango etario.


“Viejo Karma” tuvo su versión con un Piti sentado al borde del escenario siendo este otro cálido momento cómplice del viernes. Repitió una estrofa completa en otro tiro pero se acordó perfecto los versos de “Historias”, la última del disco homónimo "Las Pastillas del Abuelo".


Mientras los birreros rociaban la Quilmes clásica con 70/30, además de manguear un pucho ahora pinta pedir un poco de alcohol en gel. Entre protocolos el grupo presentó al histórico Chucky de Ipola (con quien ya hicieron de las suyas junto a Manjar) y se despidió con “Ojos de dragón”, otra sensacional obra del disco “Desafíos”, de 2015.


El falso final ni siquiera dio tiempo para ir al químico a vaciar vejiga porque volvieron con “Otra vuelta de tuerca”. Y es que hay que buscarle la vuelta, no volverse loco, acostumbrarse y darle cabida a que los artistas y los productores lleven adelante esto que no es para nada simple pero mientras se hayan inventado Las Pastillas del Abuelo, y por supuesto esa 20 que explota, está todo más que bien.





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