Paula Maffia inició una gira zarpando desde Rosario

La cantante volvió a tocar en vivo después de más de 10 meses de parate y se reencontró con su público rosarino en un show emotivo y personal.



Una especie de mesa ratona para apoyar un vaso con algo, una guitarra, un cuatro, un velador y nada de banqueta necesitó solamente la vocalista de Orgía y Las Taradas como escenografía para regresar a las tablas y comenzar una gira en Rosario que también pasará por las ciudades de Santa Fe y Córdoba.


Es que Paula Maffia vive de su música y no fueron tiempos buenos estos para les artistas independientes que tuvieron que reinventarse de prepo. Ya se dio en forma de alivio salir del encierro y de la Capital, como ella misma sugirió apenas comenzó a despojarse del nerviosismo que le generaba el retorno a las pistas.


La ansiedad se fue desvaneciendo y las canciones de una trayectoria de más de dos décadas comenzaron a fluir en el D7. Les espectadores también estaban tensxs, quizás conmovidos, eclipsados por esa voz, pero entusiasmados y en su “islote” como bromeó la compositriz en uno de los cortes entre tema y tema.


“No les pregunté cómo estaban”, saludó casi a mitad de show cuando aún permanecía esa enérgica química con la gente desde sus mesitas. Podría decirse que fue una noche íntima con música de sus dos brillantes discos: “Ojos que ladran” (2015) con Orgía y el magistral “Polvo”, publicado en 2019.


“La fina línea” y “Palo de amansar” abrieron la noche del jueves 14 de enero. Enseguida llegó la ganadora del Gardel 2020 (Paula tuvo tres nominaciones en total) por su videoclip, “Corazón licántropo”, ya con el cuatro en escena. Tal cual había anticipado la música iba a haber caprichitos: tocó algunas nuevas, otras que no estaban en la lista y hasta le dedicó “Canción para bañar la luna” a un periodista local que le dio un obsequio muy especial en la previa.


Paula Maffia tiene un puñado importante de composiciones fenomenales y vibrantes, viscerales con ese derroche de talento vocal incluido como “Córcega” que llegó casi sobre el cierre del concierto, en su versión mano a mano con el público que se soltó, la acompañó en algún que otro coro y hasta le terminó pidiendo un “cantá todas de nuevo”.


No hubo acting ni se hizo rogar… Paula estaba impaciente y regaló un poco más de su música (ofrendó “Nenita” a un grupo que se la había pedido antes), anticipando que a la salida había compact discs para llevarse un souvenir de la noche del Distrito, toda una paradoja en esta era virtual que de a poco vuelve a convivir con la magia de las relaciones interpersonales, algo irremplazable para cualquier absurda tecnología.



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