El fuego que prendió Marilina Bertoldi ardió sobre las tablas de El Círculo

Pueden decir un montón de cosas: que el rock está muerto, que el rock está vivo, que el rock no existe más o nunca dejó de ser machista, aunque nadie puede negar que el puñado de referentes que lo mantiene encendido están haciendo lo imposible para derrocar estos discursos tontos y endogámicos de la industria.




Es que en si poco interesa si lo que hace Marilina Bertoldi (fotos: @mpinkph) es rock o no, porque precisamente ella es una artista clave que logró derribar las barreras del género con las canciones de sus tres discos, el tercero de ellos, el genial “Prender un fuego” que se despidió con una gira que tuvo al Teatro El Círculo de Rosario en su derrotero.


El espectáculo de la sunchalense en el auditorio de Laprida y Mendoza mostró una sola falencia y fue que el sonido era como una avalancha arrasadora desde el escenario hacia el final de la planta baja de la sala y para arriba la cosa no fue tan así. Inclusive la propia Marilina reconoció que era la primera vez que la banda se presentaba en un palacio artístico de tamaña magnitud y claro que valió la pena esa salvedad ante un público que colmó por completo el teatro.


Otra de las cuestiones que parecen de a poco ir desterrando a las viejas mañas de los recitales en vivo es que ahora, en pandemia, los horarios son muy puntuales. Apenas pasadas las 21 (estaba anunciado para esa hora) se apagaron las luces del lugar para que la ex Connor Questa y ganadora de los Gardeles 2017 (Mejor Artista Femenina de Rock) y 2019 (este último precisamente por su disco “Prender un fuego” como álbum del año) lo deje todo en el escenario, nuevamente.


El mote de que Bertoldi fue la primera mujer “rockera” que ganó un Gardel quedó oxidado. Realmente sus declaraciones y proceder en este rubro de la música desterraron todo tipo de prejuicios y pusieron en perspectiva el cuestionamiento sobre cuántxs artistxs han quedado en el anonimato por darle cabida a un sistema que ya no va más pero que tal vez tampoco debería haber existido.





La noche del viernes 26 de marzo en el imponente teatro céntrico rosarino empezó con canciones de “Prender un fuego”: “China”, “La casa de a” y “Correte”. “Y si no hay amor, que no haya ni un carajo” dice Marilina, la referente más vigente que tiene el nuevo rock argentino, con un poco más de 30 años en el lomo y una carrera maravillosa por delante que seguirá haciendo historia en la música.


Con un vestuario delicado y elegante para la ocasión llegaron “Enterrate”, “Remis” y un merecido intervalo, atinado para esto conciertos cortos y certeros en espacios cerrados. Entre ir a buscar la guitarra y desparramarse en el proscenio como una líder incuestionable, Bertoldi pidió un celular para grabar desde arriba a toda esa gente que la fue a ver y no paró un solo rato de alabarla.


Lx @marilinaplastilina continuó soltando al gran “Prender un fuego” en Rosario con más canciones de esa obra: “O no?”, “Tito volvé” y “Fumar de día”, dejando para el final algunas joyas de su corta pero consistente discografía solista: “Cosas dulces”, “Y deshacer”, “Mdma” y “Racat”, aquel simple de 2018, top cinco de las más reproducidas en plataformas, la previa de lo que fue el éxito consagratorio con “Prender un fuego”.


Fueron 14 músicas para un vivo impecable, en la ciudad, de este quinteto que dirige la santafesina Marilina Bertoldi a la perfección. Un ensamble rockero que hoy por hoy sucede en modo flama incandescente, instruyendo a las nuevas generaciones sobre que el rock no está muerto, está más vivo que nunca, reventándose quizás y cambiando las coordenadas, un recambio necesario ante tanto óxido y miedo por evolucionar y darle paso a la posteridad de estxs (no tan) nuevxs artistxs que siguen haciendo de las suyas para darnos de las nuestras.






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