El sonido crudo y autóctono de Los Espíritus en el Centro Cultural Güemes

El ahora quinteto de La Paternal volvió a salir de gira por fuera del circuito bonaerense y destinó una doble función para el 12 de marzo, en Rosario.


Tras el imponente espectáculo llevado a cabo por este combo en el Hipódromo porteño de Palermo, la banda fundada en el barrio de Norberto Napolitano pasó por La Plaza de la Música en Córdoba y desembarcó en Rosario con su sicodelia urbana y un puñado de canciones con las que recorrieron parte de su trayectoria.


Es que en realidad Los Espíritus es un cuarteto con Martín Fernández Batmalle (en bajo), Maxi Prietto (en guitarra y voz), Miguel Mactas (también en guitarra) y Pipe Correa (en batería) al que se suma las percus, en vivo, de Santiago Córdoba.


El segundo acto inició apenas unos minutos antes de las 11 de la noche con las guitarras distorsionadas en clave rocanrol de “Todo bien” (cover de Bob Dylan), un track perteneciente al EP en directo “La Antillana: Sancocho Stéreo, Capítulo 3” (2020).



La sonoridad inclasificable de este grupo de rock (fotos: @mpinkph) se pudo apreciar también en otra cadencia más riffera y mántrica como la de “Mares” o “La mirada”. En esas canciones el derroche de pedales de guitarra invita a escuchar y además a mover los pies, en un mambo protocolar ahora solo se puede hacerlo sentado, y con la imaginación. Allí es en donde Los Espíritus se luce.


Porque además de tener canciones con cierto giro compositivo de hit como “Jugo”, las guitarras largas siempre están. No por nada se recuerda que este proyecto se forjó en los arrabales de Pappo y sostiene a una realidad en la que el rock se está interpelando en varios aspectos, ya ni siquiera en lo musical.


La infraestructura de pub del Güemes es la perfecta para un espectáculo con protocolos pertinentes de buena faena musical en marcas registradas del grupo indicado como “Jesús rima con cruz” y “La mina de huesos”, de su muy buen primer disco homónimo y fundacional para la propuesta auditiva que permite un viaje sensorial de imágenes y travesías polvorientas.




El final de la lista del segundo recital fue un buen resumen del arte de Los Espíritus: La percusión y la reverberación de las guitarras para el mantra “Vamos a la luna” y la compresión rítmica de “Noches de verano”, para clausurar el doblete del Güemes con el son rutero de “La rueda que mueve al mundo” y Huracanes”, dos canciones de su también muy buen álbum “Agua Ardiente”, editado en 2017, uno de los mejores de aquel año.


Recordando que hace poco Maxi Prietto declaró para Télam que “Argentina es un país muy rockero” y que “el público de rock está deseoso de que haya nuevos proyectos musicales” queda en claro que Los Espíritus conserva esa calidad de grupo excéntrico pero con un fuerte bagaje del rocanrol barrial, para verlo en vivo o escuchar en una intensa caminata, en el tren, el subte, el bondi o la bicicleta.



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