"Alejado de la red", el más reciente álbum de La Renga

Es al menos paradójico que La Renga saque un disco después de ocho años y lo intitule “Alejado de la red”, más aun teniendo en cuenta que por la pandemia el sucesor de “Pesados vestigios” se fue conociendo de manera gradual a través de simples que se publicaron precisamente en plataformas virtuales, incluso uno de ellos se presentó vía streaming. 




Pero así son las cosas y si también se tiene en cuenta que, además de en su versión digital, se vende en formatos vinilo y mp3 hay tela para cortar. Por último, hay que agregar que fue masterizado en Londres y salvo que lo haya llevado hasta allá una paloma mensajera, o viajado una comitiva con enviados especiales a Inglaterra, la pregunta es cómo llegó o cómo hubiese llegado si no existiese la bendita internet. No importa, pues entonces más que un contrasentido se da una especie de ironía casi irrelevante en el nombre, otorgándole continuidad a los sonidos de su antepenúltimo trabajo (“Algún rayo”, 2011), en esa línea psicodélica marcada por una sintonía stoner rock.


El décimo disco de estudios del trío porteño (con Manuel Varela son cuatro) es bastante autorreferencial en cuanto a la lírica y a las melodías, con pasajes y solos muy intensos que dan una sensación de sonido en vivo para un álbum que fue grabado en Ezeiza, en el estudio propio del grupo, y masterizado en Inglaterra por John Davis. Si bien es 2022 sus canciones venían rotando en las (justamente) redes virtuales desde 2019 y en la actualidad se convierte en la excusa para que la banda vuelva a salir de gira por todo el país a presentarlo ante su público.


Este “Alejado de la red” de La Renga tiene toques claves que ya son marca registrada de la banda, como el arranque endemoniado de la guitarra de Gustavo "Chizzo" Nápoli en “Parece un caso perdido”, o los cortes entre verso y verso de “En bicicleta”, por ejemplo. “Y el mundo está enloquecido ¿no ves? Parece un caso perdido, ya sé” dice un estribillo que va de cabeza al pogo rengo.


Las audibles líneas de bajo de Tete Iglesias refrescan durante toda la placa el concepto de que hay una clara intención de sonar como si fuese en directo y por momentos el clima está perfectamente logrado. Estrofas, estribillo, un solo extenso y de vuelta al canto, como sucede en los conciertos. Así con mucha energía, La Renga se va adentrando en un disco muy personal e independiente, y que puede sonar tanto en un motoencuentro como en la radio. “Qué buen momento para sacudirte esta noche, elefantes poguean adentro del coche” suelta “Elefantes pogueando”, un rotundo homenaje para los seguidores que podrán volver, tras las restricciones por la pandemia, a verlos tocar. “Ya de sus trompas se sacaron el broche, mientras la banda suena bien a tope” es la “Juguetes perdidos” del trío que tiene un video con mastodontes rolingas yendo en un fitito a rockearla. Pero si de banderas hablamos “Llegó la hora” se lleva todos los números ya que en 2019, parte de su letra ("La vida que ahorraste igual para morir, es la que robaste para tu gran festín. Todo en la ruina y vos con el botín, llegó la hora de ponerte fin") ilustró un trapo que terminó en una protesta frente a la Casa Rosada que se viralizó.


Nápoli susurra “Hurga en la noche, dice él que me lleva. Busca en la noche tras de ti” en un rock stoner espacial y oscuramente cantado ("El que me lleva") casi carraspeando por el guitarrista y voz del grupo porteño. Quizás una de las más referenciales a la época de “Despedazado por mil partes” sea “Flecha en clave”, una rutera página con un final de vientos despedido desde los pulmones de Las Cucarachas de Bronce. “Alejado de la red” cierra un conjunto de nueve canciones con la sorprendente homónima en la que La Renga (por supuesto con Tanque Iglesias y Manu) se luce por completo, abordando lugares musicales que hasta ahora no habían expuesto demasiado en su obra, y eso que hablando de obra no se dijo nada por aqui de la tapa del álbum porque claro, “graphic design is my passion”.






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