La cuenta regresiva terminó porque ya salió el ansiado "Mojigata", de Marilina Bertoldi

Un, dos, tres, va… Así se introduce a la primera canción concreta de “Mojigata”, luego de una conversación como susurrada con ella misma para el cuarto disco de la sunchalense Marilina Bertoldi que luego se mete en los primeros acordes de la folk “Es poderoso”.



“Rock para quienes disfrutan de la música tocada en vivo por humanxs y la potencia que crece a medida que el público lo pide. Un clásico a punto de suceder”, agrega al caso y como una epifanía, la gacetilla de prensa que anticipa la presentación de este álbum (19 de junio en el Luna Park) producido de manera casi neurótica e íntegra por la artista santafesina.


Se sabe que Marilina (foto: @mpinkph) no es ninguna mojigata y lo comprueba aquí con un trabajo provocador, con canciones con muy diversos detalles y recursos, pero con un similar hilo de referencia hacia el rock clásico tocado en directo. Tanto al principio como al final (y durante el transcurso de los temas) ella dialoga con otras Marilinas, como si esas voces fuesen los consejos de una productora desdoblada en asesora, mezcladora y musa inspiradora. Y realmente así sucedió su confección en pandemia.


La autodidacta música multipremiada rapea en “Pucho” por encima de guitarras intensas y un intencional y exagerado juego de voces entre el autotune y el pitcheo. Más guitarras al palo llegan en “La cena”, la canción cuyo clip contó con la actuación de María Riot, la reconocida militante de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina, lugar desde donde reivindica la regulación de la prostitución y la pornografía feminista y alternativa). Pero volviendo al principio, el tercer track (“Vivo pensando en ayer”) suena en sintonía a aquel “Es poderoso”, aunque con una estética un tanto más oscura.



Uno de los adelantos de este sucesor de “Prender un fuego” (2018) fue la vigorosa “Cosa mía”, en la que Bertoldi después de una cuenta regresiva en inglés lanza otro cohete rockero a la Luna y canta su propia composición en un sensacional modo arrogante en las palabras de los versos que estallan en un estribillo simple pero pegajoso: “Come on / Come on / Come on, baby”.


“Mojigata” transcurre en un clima de grupo sonando en vivo y con el sello propio de Marilina que ya venía descubriendo algunos tracks muy enérgicos y otros como “Amuleto”, una balada pop que grabó junto a la chilena Javiera Mena.


En parte también convive cierto vistazo irónico en las letras (“Qué poeta loco / Tu oferta es una verga”, “Pucho”), acompañadas por un sonido impecable y bien rockero. El capital de esta obra también puede apreciarse desde la interpretación variada y en el despliegue de talento de unx de lxs máximxs referentes de la música local, fundamentalmente de esta renovación que atraviesa el rock argentino.


El final es precisamente eso: una despedida. Entre los aullidos del estribo y una guitarra a lo “You only live once” (o "La casa de a"), “Junto boludeces” es un excelente desenlace. “Se ha terminado el disco / Yo lo disfruté un montón / Espero que ustedes también / Y que lo vuelvan, lo vuelvan a escuchar / Un beso. Gracias, chau /”.


Y sí, este “Mojigata” tienta a ser escuchado por completo. A maratonearlo un par de veces. Si bien parecen ser un puñado de simples muy consistentes que pudiesen funcionar perfectamente por sí solos (como el funk “Sushi en lata”), también caminan perfecto para ser interpretados en vivo y en el mismo orden que se van dando en la placa.


Marilina Bertoldi no es únicamente referente en lo que concierne a la música. Ganar un Gardel es importante pero no se compara con haberse posicionado como un rescate para el rock, un género desplazado de la popularidad argenta por los sonidos de la nueva generación, a los que ella también por momentos suscribe y utiliza, aunque sin lugar a dudas mantiene viva esa llama que comenzó a encenderse en los ‘80/’90 y que gracias a su música se mantiene más prendida que nunca.




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