“Las Pelotas tiene buena onda” y el público rosarino pudo comprobarlo en el Anfiteatro de la ciudad

Germán Daffunchio soltó esa frase mientras promediaba el concierto que dio la banda que comparte con otros seis artistas el ex Sumo, en Rosario, el 26 de marzo, y se revalorizaba allí con fuerza la inoxidable cultura del rock de estadios, con una previa muy tribunera y una lista que combinó canciones peloteras de la amplia trayectoria que tiene este grupo fundado a fines de los ‘80.



El vocalista, en complicidad con la bajista Gabriela Martínez, también le dedicó una canción a una tal Sofía que por primera vez iba a un recital y el caso era que eso estaba pasando ahí, en ese momento, motivo para celebrar porque al menos la niña “no estaba escuchando al L-Gante”. Toda una declaración de principios (aunque luego aclaró que está todo bien con el trapero y era sólo una humorada) inquebrantables para una formación con un presente de calidad y una responsabilidad enorme por contener los embates de la nueva e instantánea era de la industria musical. Tal vez, una mochila que no tenga ningún sentido ponerse en estos tiempos que corren.


Es que Las Pelotas (fotos: @mpinkph) está más vigente que nunca, dando lucha con sus clásicos y actual prolífica etapa sonora de canciones más personales y esperanzadoras. Así fue que eligieron meter mano a 2003 para el origen del show y aprovechando el recuerdo fresco del Día de la Memoria con “Desaparecido”. Fue un buen arranque y la antesala para que las guitarras espaciales de “¿Qué podés dar?" acompañen al público hasta un poco más acá en la historia de ellos.

  

Los siete músicos (entre ellos Gaspar Daffunchio, hijo de Germán) ya se habían ubicado en una escenografía clásica, con una pantalla al mejor nivel de un cine tradicional, revisitando una de sus composiciones de fines de los ‘90 como lo es la absurda “Pará con la pa pa pa pa, para con la papa”, al son del acordeón del músico Sebastián Schachtel, durante las visuales que ilustraban el estribillo de este histórico tema del disco “¿Para qué?" (1998), del que también sonó el reggae “Transparente”.



Y sí, “Las Pelotas tiene buena onda”, como dijo Germán que se emocionó antes de empezar una canción que él ama con toda su alma: “Personalmente”. No fue la única de “Despierta” (2010) cuando se empezaron a oír los vientos del Pollo Gómez Ferrero para otro de los reggaes de la noche: “Que estés sonriendo”. Entre los homenajes y los recuerdos se coló una hermosa página, también de ese álbum, dedicada para el cineasta Rodrigo Espina, fallecido el 22 de febrero de este fatídico 2022: “Pasajeros”.


El septeto de Hurlingham transitó casi toda su discografía con más reggae en “Solito vas”. “Algunos ni habían nacido cuando salió esta canción” insistió Daffunchio antes de “Esperando el milagro”, variando entre la esperanza y el reclamo. Ese “Basta” a los ya ni sabemos quiénes son que nunca se da. Y ya que está, en el juego palabras, de ese material de 2007 se exorcizó un poco la mala onda sembrada y cosechada con “Siento luego existo”.


El arranque beatle de “Nadie fue”, y las imágenes de un sinfín de actores de la clase política, continuaron la agradable noche del Anfi en esa línea de disconformidad que está sintetizada a lo largo de toda la obra de Las Pelotas. Nadie se quería ir, hacía mucho tiempo que esto no era así y el grupo se dio cuenta de eso por que volvió tres veces al escenario para los bises que consistieron en un regalo cómplice más que en cumplir con las exigencias de un concierto.



“Si quieren más le van a tener que pedir a Gabriela” gritó el cantante y guitarrista, extenuado por más de una hora y media de lista. Y sí, es que el estribillo de “Ya no estás” es todo de la bajista. No fue la última. Inevitable no pasar por “Bombachitas rosas” y “Capitán América” en un recital de Las Pelotas, pero todavía faltaba algo más y ese algo más, en absoluto, ya se sabía cuál iba a ser.

 

Los artistas regresaron a las tablas del Anfiteatro Humberto de Nito, Daffunchio preguntó “¿qué quieren escuchar?” y por ahí gritaron: “El ojo blindado”. “¿El ojo blindado? Bueno vamos con El ojo blindado, entonces”, añadió a la charla el cantante. Luces calientes atravesaron las mentes del público pelotero que no se movió de su lugar (y al que se movía le preguntaban, no tan cordialmente -o más bien con ironía- ¿dónde vas?) hasta que llegase el saludo final.


El grupo (nuevamente con Daffunchio como interlocutor) agradeció al público que pagó la entrada para verlos en estos tiempos tan duros. Aún cuando ya sacaban las listas y se llevaban los instrumentos la gente pedía “una más y no jodemos más”. Un final adecuado para la función pelotera en rosario, que después de regresar de la pandemia en formato acústico retornó a las bases del rock.





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