Así suena "Suerte", el segundo disco de Mora y Los Metegoles

En estos tiempos en que aunque cueste asumirlo hay que enghettarse un poco para no comerse varios garrones con el bombardeo marketinero de los que pilotean a su antojo las plataformas digitales, algunos sucumben por paja, decisión o porque les da cosita pedirle al anfitrión de la fiesta que cambie de artista, comiéndose así la galletita de que hay variedad de oferta cuando apenas lo que se brinda es un muestreo superificial y monitoreado, pese a las tantas alternativas que siguen surgiendo a lo largo y a lo ancho del país.

Sea arbitrario o no, lo mejor es meterse, investigar, leer, escuchar, oler, respirar y sobre todo darle oportunidad a algo que, por no estar cobijado por los popes de las compañías, capaz de entrada ni fu ni fa o a lo que ni siquiera se llega. No es el caso de Mora y Los Metegoles, una joven banda platense de las tantas que fueron irrumpiendo desde la ciudad de las diagonales y que de entrada demostró (aunque nadie se los haya pedido) desde lo simple y lo desconsolado de sus canciones un sonido que hizo ilusionar a más de uno con el futuro de esta agrupación.

 

En 2017 Mora Palvi en guitarra y voz, Narf Álvarez en guitarra, Manoloide en bajo y Lautarín Osácar en batería publicaron el primer EP de Mora y Los Metegoles y para no detenerse más tiempo en el relato (ya que no es una clase de historia), canciones como “Falkor” (el dragón de la película “La historia sin fin”) o “Adscriptos” sonaban frescas y con referencias sonoras a grupos de la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires como, por ejemplo, Las Ligas Menores. Luego, llegó en 2019 “Dejen dormir”, una decena de canciones, entre ellas la del riff y el saxo ricotero: “A 100 en bajada”. Todo por la zona, claro, hasta que tras un par de años de shows intensos dieron un salto de calidad interesantísimo con “Suerte”, su segundo álbum que conserva esa fragilidad adolescente en las letras pero encriptadas de una manera que las hace claramente aptas para todo público o edad.

 

Estas nuevas siete canciones fueron producidas por Aziz Asse y Ramiro Sagasti, y cuando arranca el mantra “Alimentarte” ya se nota un poco más la influencia del grunge y la confusa oscuridad de una adolescencia que se está yendo y casi sin escalas muta a una juventud prematura, aunque todos sabemos que la vida sigue siendo siempre la misma poronga. A no deprimirse compañeros porque irrumpe “Todo lo que”. Allí nomás, de entrada, se la escucha a Mora Palvi cantando esa balada indie y su interpretación es realmente para llenarle de coranzocitos negros ese posteo. Su pandilla de amigos la protege en la punk (con otra soberbia y trabajada ejecución de la vocalista) “Semáforo”. Hasta acá, un recorrido por lo que parece alguna vez los influenció a los cuatro. Desde Nirvana a los Pixies, pasando por sus coterráneos Virus, los Teletubbies o el VHS, esa estética persistente que heredaron de una generación noventosa y que nunca dejó de ser un formato clásico y atractivo (muchas veces usado en abuso en la actualidad), quizás ya tanto como el cassette o los vinilos. Por lo pronto siete canciones saben a poco pero el disco es así y está bien craneado y materializado ya que “Gran remera” lo divide con su minuto y pico. A veces solamente se necesita una prenda cómoda.

 

En “Modificador” hay otra deliciosa performance de la cantante con una banda que la secunda muy bien, con sonidos que se amoldan perfectos con su voz. Una nueva balada que tiene sobre el final un coro de niñes lo que la hace aún más bella de lo que ya era. Pero ese placer se detiene un poco (y ya que la vida no es todo hedonismo) en “Tu maestra”. “Yo no te voy a explicar como tenés que pensar si no te diste cuenta vos solo que me vas a escuchar” dice la penúltima de “Suerte”, otra prosa pegadiza para cantar a los gritos en un pogo sudoroso de pop ruidoso. Letras simples de memorizar y con un sentido mucho más maduro, pero ya hablando de una madurez artística.

 

El contrabajo de Diego Goldsztein en el mantra acústico “Vestida para morir” le da un cierre correcto a “Suerte”. Funciona asi como un bonus track para despedirse, repitiendo una y otra vez la frase “Ella no estaba vestida para morir”. Entre melodías soleadas y enrostradas infalibles habrá que seguir recibiendo música de Mora y Los Metegoles pero ahora quedate escuchando “Suerte”, haciendo clic acá.

 

Mirá el video de "Tu maestra" acá:

 



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