Los Gardelitos le regaló una intensa fiesta de rocanrol a un repleto Anfiteatro

Luego de casi 8 años, el sábado 18 de marzo Los Gardelitos volvió a tocar en la que fue su primera vez en el Humberto de Nito de Rosario, una ciudad que según Eli Suárez no los quiere mucho aunque claramente su cantante y guitarrista se refería a cualquier cosa que se pueda imaginar menos a lo que respecta a su incondicional público que tras agotar entradas colmó también desde bien temprano la zona del Parque Urquiza para vivir lo que más tarde fue una verdadera celebración del rock argentino. Si querés ver todas las fotos de una noche inolvidable, hacé clic acá.



Con Pappo como estandarte en el flyer de la fecha y en su merchandising alusivo, la ciudad del rock recibió después de un largo tiempo al grupo fundado a mediados de los '90 por Korneta Suárez desde su base en Ciudad Oculta y que atraviesa una actualidad de sonido ajustado en vivo con una puesta en escena muy atractiva que pudo disfrutarse mucho, pese al calor agobiante de temprano, gracias a una brisa aliviadora que llegaba desde el río Paraná, cruzando la Avenida Belgrano donde también hubo gente, como siempre, que fue a escuchar la banda desde afuera.


La previa con Cacho Light y Los Alienígenas decantó en una playlist bien manijera que mezcló Callejeros, Sumo, Los Redondos y La Renga, entre otros, para darle paso al tango “Arrabal amargo” que canta cada vez mejor Carlos Gardel. Momento propicio para que Eli Suárez, la guitarrista María Rosa, el bajista Jorge Rossi (que tocó sentado en una banqueta por un problema en el pie izquierdo) y el baterista Toto Ciccone empalmen con el sonido de “Sortilegio de arrabal” que precisamente es su letra dice “La sonrisa de Rosario tiene ese no se qué”. Y pese a que la prosa no se refiere a la ciudad sino a un nombre, poco importa la coincidencia porque la noche ya brillaba entre un montón de banderas flameando desde las gradas del Urquiza.


El cuarteto no estuvo solo sobre el escenario del De Nito ya que tocaron con ellos otros músicos que fueron pasando por diversos instrumentos como el arpa paraguaya, la acordeón y los violines (con integrantes de Rosario y Buenos Aires en sus filas), dirigidos por el maestro Pollo Raffo, para redondear un espectáculo muy completo con una escenografía definitivamente imponente.


En el comienzo, dos bailarines de tango le sacaron viruta al piso en “Puño y letra” (foto: @mpinkph), observados por los sombríos ojos de las hienas inflables apostadas a los costados del escenario pero con la protección de Luca Prodan, la Negra Poli, el Indio, Chizzo de La Renga, Pato Fonanet y Cristina Fernández, personajes que embanderaron toda la parte de atrás del decorado. Y cuando el humo de una tanguería parecía apropiarse de la escena comenzó a sonar “Gardeliando”, a la que le siguieron “No puedo parar mi moto” y “Viejo y querido rocanrol”.


El primer tramo del show fue furioso y la gente no paraba de saltar, bailar rolinga y cantar las canciones de Los Gardelitos. “Dedicado a los verdaderos dueños de esta tierra”, dijo Eli Suárez antes de “Los Querandíes” que enlazó luego y con buen tino con “Dueños del poder”, mientras se cambiaban los inflables de ambos flancos en el escenario.


Fue el turno de los vientos en “Un taxi” y de dedicar “La ciudad que se oculta” al barrio en que nació el grupo, allá por 1995. Para “Cobarde para amar”, “Bailando al viento” y “Estamos podridos” la banda continuó sonando muy prolija y rockera. El público lo dio todo, incluso Eli los invitó a seguirla después en el bar García, algo que realmente sucedió post concierto en la madrugada de Pichincha.


En una lista de 25 canciones pasaron también “Amando a mi guitarra”, “Envuelto en llamas” y “Calles calientes”, ese poderoso rock que terminó aclamado por los presentes en un “Vamo' vamo' Los Gardeles” que duró un tiempo largo y que la banda se permitió disfrutar a pleno antes de entrar en el tramo final del recital en Rosario.


Es importante agregar que para esta fecha Los Gardelitos publicaron previamente en sus redes sociales “Cuidemos entre todos esta fiesta del rocanrol y disfrutemos en paz, con amigos y en familia. Salud.”, entonces es allí donde se puede sospechar más o menos por qué en el comienzo su líder y compositor dijo “Acá no nos quieren mucho”. Además festejó que estaba en la ciudad de Messi, a tres meses del campeonato del mundo y no por suerte, sino por comunidad y una correcta organización, fue que todo salió muy bien, incluso el cantante y guitarrista invitó a Hilda Nélida Once, más conocida como la Yuli, su mamá, que siempre los acompaña en los shows y con la que el músico terminó fundido en un entrañable abrazo.


Para el cierre dejaron unas cinco canciones que fueron “Lo que vendrá”, “Nadie cree en mi canción”, “El comandante Marcos”, “Anábel” y “Mezclas raras”. Se fueron luego sin saludar pero fue tan comunitario todo que no hizo falta un chau porque se quedaron otro rato largo hablando con la gente que le pedía más de su música, algo que quedará para la próxima visita que ojalá no se demore tanto como esta. Una gran noche de rocanrol en Rosario con una de la bandas de este país que mejor suena en vivo y lo demuestra en cada paso que sigue dando en su larga trayectoria.



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