El trap sale de su zona de confort

El rock murió. Capítulo un millón. Pero no, no fue ni va a ser nunca así. Porque pomeleándola un poco se puede decir que el rock es un estilo de vida y no un género musical. Tal vez este debate trillado haya quedado sin sentido, hoy más que nunca, luego de que Trueno haya replicado junto a Wos: “Te guste o no te guste somo' el nuevo rock and roll, niño”, una década después de que Santiago Motorizado cantó: “Ahora somos nuevos creadores de rock and roll”. Tranquilos, todo va a estar más o menos bien.



En 2018, C.R.O sacó un disco que se llama ROCK, en mayúsculas. Y la verdad que arranca con guitarras grunge y no parece para nada una primera canción de un álbum de música urbana. “Esto no es música, es droga”, dice el cantante neuquino. Entonces, ¿el rock está muerto? ¿o más lo quieren matar? Aunque no lo vayan a lograr. Oh sí, la industria de nuevo imponiéndonos los tiempos como a ellos les complace.


Más acá, en 2023, el mismo artista sureño publica “Abismo”, el primer adelanto de su álbum “Temor”, pero lo más interesante de este lanzamiento del (según Google, encasillado en el género Urbano Latino) rapero Tomás Manuel Campos (nació el mismo día que voltearon las Torres Gemelas en USA) se promocionó en la vía pública mediante carteles monocromáticos con un código QR y la frase resaltada en blanco: “El rock sigue vivo”. Choque generacional y de tecnologías. Es que, como dijimos anteriormente, el rock nunca murió. Entonces estaba en coma o qué. Pongámonos de acuerdo.


Pues, en el hipotético caso de que quizás haya estado dormitando tampoco se puede afirmar que esta nueva generación es una contracultura, ya que todxs terminan cobijados en el éxito debido que logran con las reproducciones en las plataformas virtuales, por momentos luchando contra aliados o amigos imaginarios, algo que hace algunos años no existía o bien los métodos eran otros. Después, y no todos, en vivo tocan con pistas y hacen playback. Irrefutable y confuso.


Todavía en 2023, cuando el futuro llegó hace rato, Dillom propala “Ola de suicidos”, una mezcla de ironía y homenaje punk a Queen, a Axl Rose. En fin, a la figura análoga de lo que fuese una estrella de rock. Pero entonces no son traperos. Y cuál sería el sentido para que ellos salven al rock si nunca feneció. Que al pedo que hay que estar para preocuparse por esto.


De a poco se llega a la conclusión de que te la venden cambiada. Te suben a las tarimas virtuales canciones con la guitarrita, los riffs, el bajo y la batería, pero en vivo usan el pen drive y piden agite. No está mal y si bien es un comentario soberbio cierra perfectamente. Por lo tanto, el rock no murió, aunque tampoco necesita a nadie que lo resucite. Gracias, de todas formas.




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