Trueno de Oro: en la calle me conocen como el hip-hop, the hit, the real dance crip

Transcurre mayo de 2023 y Trueno acaba de ganar merecidamente el Gardel de Oro por su segundo disco “Bien o mal”. Un año después de que su fortuito rival en batallas de freestyle, Wos, se lo haya adueñado sin discusión tampoco, de la mano de su álbum “Oscuro éxtasis”. Antes, en 2021, 2020 y 2019 fueron respectivamente Fito Paéz, David Lebón y Marilina Bertoldi los que se alzaron con la estatuilla dorada que ornamenta la clásica imagen del zorzal. Y sí, el tiempo no corre, vuela.



Yendo más atrás los triunfadores venían siendo Charly García, Luis Alberto Spinetta, Divididos y Gustavo Cerati, así como también Abel Pintos (en varias oportunidades), Escalandrum y Axel. Nada nuevo por aquellos tiempos hasta que la cantante sunchalense lo obtuvo en el '19 y eso resignificó un poco el dudoso prestigio colectivo que tiene este premio para el mainstream local y que genera controversias. Grietas de todo tipo como casi todo lo que se debate en el país aunque en este caso no importa si hablamos de Dante Spinetta, La Triple T, Nathy Peluso, La Sole, Callejero Fino, La Renga o María Becerra.


Posiblemente les sienta bien bancar y militar a la banda más under de la galaxia porque sí y porque no está mal tampoco, pero precisamente de eso se trata este acercamiento deliberado que la industria propone mediante sus exponentes urbanos de la música. Igualmente, y retornando al ganador del Gardel de Oro en este 2023, es sugerente y a la vez meritorio reconocer que este joven artista de apenas 21 años hizo lo correcto para lograr el triunfo y facilitar ese premeditado aproximamiento entre generaciones. Más aun si se trata de mantener vigente en la región a la música nacional.


Trueno (foto por mpinkph) hizo todo bien o todo mal, pero lo hizo. Desde el título, el sucesor de “Atrevido” (2019) plantea una dicotomía tan simple y tan compleja a la vez que lo es para toda la humanidad (“Bien o mal”). Algo que se considera desde la imagen del frente que exhibe una foto del propio rapero, que visto desde el lado del oyente tiene al bien ubicado a la izquierda y al mal a la derecha. Claro, si no fuese en espejo la cosa sería completamente diferente, teniendo en cuenta además que el lado del mal tiene el pelo teñido, el lado del bien tiene su color de cabello original y la o (la duda, la posibilidad de la elección, el cuestionamiento) se encuentra justo incrustada en el centro de su frente. Cerca del cerebro, cerca de la mente.


A simple vista se reconoce que es un rapero que no se calla nada. Ni trapero ni del RKT. Hiphopero, asímismo como IKV. No obstante, en “Bien o mal” se sumerge en una variable de ritmos como la zamba y la canción, entre otros, invitando a artistas de todos los tiempos como Bizarrap y su padre Pedro Peligro quien como un MC lo presenta en “Hoop Hoop”, un tema que termina con un solo de guitarra más vinculado a ritmos del rock.


“Segundo disco y vuelvo pa mandar la escena al garete / Lo que vo' no hacés con 3' yo lo hice a los 17”, “To' tus traperito' suenan de juguete / Guacho, corta, dame el beat, que le' enseño cómo e'”, “Hice un disco rascándome los huevo' y me pegué / Y si decís que el rap estaba muerto, lo resucité”. Eso dispara Mateo Palacios Corazzina polemizando y politizando con sus (a veces no tan) punchlines, algo que ya había hecho en “Sangría” junto a Wos: “Te guste o no te guste somo' el nuevo rock and roll”.



A esta altura ya se le dio play al disco y ese antagonismo entre lo bueno y lo malo que ostenta el nombre de la placa se materializa precisamente en cada una de las partes en las que un recitado “Manifiesto Freestyle” divide a “Bien o mal”. Una primera más argenta y una segunda más fiestera. De todas maneras ambas porciones se encuentran conectadas por el hilo de esta obra de rap latinoamericano y con una vuelta de tuerca, más esa fuerte influencia que proviene de la música autóctona argentina.


Esa determinación hacia los sonidos de este suelo, pasando antes por el gangsta rap “Fuck el police”, se percibe fácilmente en “Argentina” con la impronta que tiene el estilo propio de Nathy Peluso como voz invitada. Allí se escucha de fondo un bandoneón y el sampler de “Los ejes de mi carreta” de Atahualpa Yupanqui. Matices para una canción federal que cierra con la frase: “Las Islas (Malvinas) me cantan tango / Siempre fueron y son nuestras”. Ahí nomás corta y arranca “Tierra Zanta” que tiene link directo con “Si se calla el cantor” de Horacio Guarany pero también con el candombe, incluso cuenta con una participación de lujo, la del trovador Víctor Heredia.


Más allá de los lanzamientos previos a modo de simple, este material es una obra en su totalidad. Después de ese breve Volumen 2, que funciona como intervalo y en el que está presente ese “Manifiesto Freestyle”, se abre una puerta hacia un rap clásico con cierta búsqueda en el boom bap (onomatopeya que representa los sonidos utilizados para el bombo y la caja) en “Solo por vos” y en el trap autotunero de “Panamá”, una esperadísimo feat. con Duki. ¿Y trap con saxofón? Sí, en “Feel me??”.


Pero restituyéndose al principio de este Volumen 3 se escucha “Ya saben quién / Ya saben quién / Qué buen tema amigo DANCE CRIP” y la afirmación de la letra de este tema es irreprochable cuando empieza a sonar ese bajo a lo “Another one bites de dust” de Queen, en este homenaje al hip hop tradicional con destellos del trap y un cierre con el sampleo de “Coolo”, de Illya Kuryaki and The Valderramas.


Trueno no se priva del reggaeton en “Jungle” junto a Randy y el Bizarrap, para un disco que fue completando su tracklist con dos sorprendentes y aclamados cortes: Uno (“Lo tengo”) junto al rapero y productor de Atlanta J.I.D y otro reggaeton con el colombiano J. Balvin (“Un paso”). Hasta aquí, y con el premio Gardel de Oro en el bolsillo, parece que la carrera de este artista nacido en La Boca no tiene techo.


Cuando hace 25 años los Premios Gardel se empezaron a repartir este joven artista no había nacido. En este 2023 lo legó de Wos que no estuvo en el Movistar Arena sino que salió por pantalla gigante anunciando al ganador. Dos de los símbolos de la actual supremacía del género urbano en la escena musical argentina se pasaron el cetro. “Bien o mal” ganó además como mejor “Album de música urbana” y “Grabación del año” (por la canción con Nathy Peluso). 


“El disco es para mi país”, dijo para despedirse. “Ser rapero es un sueño cumplido. Nada de esto hubiera sido posible sin mi padre”, remató después. Quedate escuchando "Bien o mal" de Trueno acá:




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