Chau chicos, “Buen finde” me voy a escuchar el disco de La Mono

Es viernes y hora de salida. Ella se va del laburo no sin antes despedirse de sus compañeros con un irónico mensaje: “Buen finde”. Muchas ganas de volver a verlos no tiene y no es por ellos. Luego, sube al auto sabiendo que podrá disfrutar del ocio al menos por 48 horas (franco sábado y domingo) y entonces aprovecha estos tiempos de avances tecnológicos para celebrarlo conectando el celu por bluetooth al estéreo del vehículo. Ni siquiera se preocupa si lo que va a sonar viene también en formato físico.



Lo que la joven va a escuchar es el tercer disco de La Mono, un proyecto que no aborrece el progreso digital, más bien lo reinventa. Le da play a estas doce nuevas canciones mientras emprende el regreso a casa. “Luz en el fondo, presa de tu tiempo abrirás tus alas de par en par”, canta desde la oscuridad Gaspar Benegas (voz y guitarra) tras un comienzo con arpegios de guitarra folclórica y futurista. Como si fuese una criolla en una payada stoner, en tanto va apareciendo el violín de María Cecilia García (también participa en “Blureado”) y la canción homónima anticipa un poco lo que se viene.


El técnico de grabación aquí fue Andrés Carbonel, sonidista del grupo y también de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda del Indio Solari de la que Benegas y Ramiro López Naguil son integrantes. A su vez, la mezcla y el mastering estuvieron a cargo del propio Gaspar. Un emprendimiento que comenzó en diciembre de 2022 y que cuya composición y creación se fue dando en el mismo estudio.


Pero decir “Buen finde” puede tener varias interpretaciones, así como las posee este trabajo: “buen fin de semana”, “buen fin del mundo”, “buen fin de mes”. Es que se fue todo al carajo y La Mono levanta ese guante para contarlo a través de su arte. Después de la pandemia, la inteligencia artificial, y todo está peor que antes. La tecnología en vez de ayudar complicó la vida laboral de las personas, pero no queda otra. Es este panorama pesimista apenas una parte del concepto general de este trío completado por Lucas Argomedo en bajo y López Naguil en batería.



“Levanta, levántate no todo en nuestro mundo está tan mal”, cambia de paisaje lírico en los sonidos de un metal alternativo para la segunda: “Tempestades”. Coquetean, después, el reggae dub con el grunge en “Arsenal” y se respira un aire nostálgico del rock de los '90 o bien tal vez de los 2000. Ese aura post-apocalíptica prosigue en las guitarras de “Licor de ayer”, al mejor estilo industrial que le pone a disposición también este gran músico al proyecto del ex Redonditos de Ricota. Y “Respirar” tiene mucho de esa onda fundamentalista tanto en las guitarras como en la lírica y su estructura sonora.


Ese clima agorero de a poco va viajando hacia un terreno más reflexivo con un espeso y aceitado sonido poco encasillable en un género en sí. Está claro que es rock pesado, que es un metal seducido por el pop (“Parte de tu ser”) y que hay influencias de Los Redondos, Nirvana o Velvet Revolver, pero a diferencia de “Experimento” (2016) y “Anomalía” (2019) saca a relucir definitivamente la idea a la que apunta este tridente de amigos que se conocen desde la infancia.


Un policía reptiliano, monjas con escafandra, una plaga de teléfonos celulares, protestas, fábricas contaminando el ambiente y gente alienada ilustran la tapa de este disco (obra del dibujante Serafin Sera) que aborda además la temática de la violencia familiar, algo que le tocó vivir en primera persona al cantante y guitarrista. Lo visibiliza con “Flores”, una canción al estilo RATM dedicada a su madre, la fallecida cantante y pionera María José Cantilo (1953-2022).


La chica tiene un periplo de una hora hasta que arriba a su hogar. “Buen finde” dura 50 minutos y termina con “Amargo obrero”, como un abrir y cerrar de ojos casi como lo que que experimenta en ese efímero descanso que le dan al obrero de su curro. La Mono no hace caso omiso ni tampoco se suscribe a todo ese cúmulo de resentimiento por el paso del tiempo y las nuevas tecnologías, las aprovecha y se coloca como una propuesta moderna y clásica al mismo tiempo. Es otra era, son otros tiempos, siendo así a rockear que sea acaba el mundo.


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