El Kuelgue apuesta fuerte nuevamente a lo suyo con “Hola precioso”

Con un riff rockero de bajo en “Sinoca” como primer adelanto, el grupo porteño anticipó su quinto álbum de estudio que conserva y explota la inconfundible prosa de código y jerga amistosa que los identifica, abordándolo musicalmente desde una búsqueda más minimalista y moderna.

Esa especie de lunfardo propio que crearon estos artistas con base en Villa Crespo en años de trayectoria se conjuga con la producción de Mariano Otero y la semillita jazzera prende en alguna que otra de esas nueve canciones que apenas pasan la media hora de escucha completa.


Esa germinación de diversos ritmos se complementa con el libre albedrío letrístico que juega sus fichas iniciales en ese “Sinoca” (como decir “casino” al revés) y de allí se sueltan referencias que dan curiosidad y al mismo tiempo permiten una interpretación lúdica para que cada cual le dé el sentido que se le antoje a cada pasada de la obra.


Uno de los dos anticipos marcó una tendencia que se repetirá luego: usar pelucas para meterse de lleno en el personaje. Por ejemplo, en el clip de “Sinoca” los músicos lucen cabelleras rolingas y ramoneras. En la primera canción, que dicho sea de paso se llama “Peluquita”, Julián Kartún canta “Ponele peluquita al Lego”. Y en la tapa se ve un bombón de chocolate, que es una pieza de Lego con un postizo dorado, como si fuese su envoltorio. Más adelante, en “Ir derecho”, se oye: “Acordate la peluca para la función”.



La destreza de su cantante (el flaco que hizo del Flaco LAS en la serie de Fito) permite disfrutar esa marca personal actoral que se conjuga en versos que pareciesen inspirados por Cha Cha Cha, Peter Capusotto y sus Videos, o por personajes de principios de siglo como en “Díganselo” (segundo single) en el que los hermanos Silvia y Guido podrían ser los Süller entreverados en algún escándalo mediático de TV.


Esos sketches televisivos y de las vidas cotidianas de sus integrantes se multiplican mientras se da un viaje por distintos sonidos. “En la aventura de tirar ceniceros / Amarse es drama”, evoca el episodio de Susana Giménez revoleándole el objeto que se usa para apagar el pucho a Roviralta y esa “Estética versus ética versus fonética” parece hacer una síntesis de lo que es la oferta de El Kuelgue (foto: @mpinkph) desde que la banda marcó su propia tendencia en Latinoamérica, la que también los llevó de gira por Europa.


En este “show de los humanos” lo absurdo y la improvisación van de la mano como no podría ser de otra manera en el grupo que completan el baterista Tomás Baillie, el bajista Juan Martín Mojoli y el tecladista y también vocalista Santiago Martínez. Se Sostiene un relato que marca de saberes populares como el “lo juro por las nenas” del Diego o el “anda pa’llá” de Messi en el Mundial, presentes en un lipograma escrito íntegramente con la letra a ("Atrasa la trama matada para drama dar / Las almas blancas para allá, gran plan").


El pogo no se hace esperar tras sumergirse primero en el pulso r&b y soul de la canción homónima. Hay reggaetón en “Llegué recién”, rumba con coros rioplatenses en “Por lo años” y un guiño al surrealismo de Joan Miró en la última canción que lleva como título el apellido del artista mallorquín, una balada de piano y voz. Incluso en “Ir derecho” se agrega una pronunciación muy gardeliana para ese “Melodía de arrabal / Saquen la fotito / con el alma inquieta de un gorrión serrrrtimental”, donde queda claro eso de la estética versus ética versus fonética.


El Kuelgue tiene las cosas claras. Surgió como un chiste entre amigos y quedó. En este caso a la huella de su composición extravagante y a la vez simple se le suma una investigación por sonidos variados que sigue haciendo que sea trivial intentar encasillarlos en un rubro o género musical.


Quedate escuchando "Hola precioso" de El Kuelgue acá:




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