"Los hijos de Sumeria", Sumerya (2023)

El metal es el género de los amigos y la cerveza. El metal te llega por un amigo o no te llega. Es -por qué no- una música primitiva. Actual, pero con una carga poderosa de civilizaciones y civilizaciones que siguen luchando por el metal, por su legado, y se congregan en estos tiempos post pandemia en los que la música se vuelve a configurar como alternativa al aislamiento, como esparcimiento real -o sea tiempo libre compartido con personas de verdad- y la excusa para juntarse a escucharla en comunidades cosmopolitas para reescribir su mensaje.



Entre idas y vueltas, una serie de amigos declararon que la espera terminó. “Tanto fue el esfuerzo, dedicación, la inspiración, el tiempo de cada uno, sin contar las emociones por las que fuimos pasando que resultaron en este EP, muestra auditiva que traemos a este mundo para ustedes. Esperamos con entusiasmo que lo disfruten! Agradecidos con cada uno de nuestros allegados, amigos, familiares y fans que hicieron esto posible, poniendo el hombro y una palabra de aliento. Gracias eternas!”, dice Sumerya en la descripción del álbum que está completo en YouTube y en plataformas virtuales: “Los hijos de Sumeria”.


Sumerya es Pablo Puntarello en voces, Marcos "Chirol" Pucheta y Bruno "Pájaro" Curto en guitarras, Alejandro Abad en bajo y Daniel "Dano" Maritano en batería. “Banda de metal formada en Rosario, integrada por 5 miembros”, escriben en la presentación de Instagram. El disco fue grabado, mezclado y masterizado en Germán Delgado Studios, con producción de la banda y Germán Delgado, acompañados por el artista y diseñador grafico Bruno Zumbo, que hizo la tapa del EP.


“Todos somos hijos, hijos de Sumeria”, “Somos la noche, la cerveza y la guerra”, "Somos la música. El trabajo en la tierra", dice Pablo Puntarello en una introducción tribal homónima que comienza recitada y continúa cantada para crear un trance musical que desemboca en los riffs de guitarras de “El injusto”. La propuesta es robusta. Los climas sonoros se van encastrando para crear un concepto elaborado entre líricas, gritos guturales y estribillos épicos que recuerdan a bandas europeas o soundtracks de películas pasando por el hard rock, el grunge -el arranque y una de la melodías de “Procesión”- y el metal clásico.


Quizás ese solitario vagabundo recostado en su suerte que deambulada por las sombras del ocaso entonaba estas coplas, como lo describe la prosa inicial de esta historia. Es el amigo al costado del camino. “Muestra auditiva que traemos a este mundo para ustedes”, se posan los Sumerya como interlocutores de un mensaje de una civilización, la primera que existió en el mundo. “Cantos paganos, arpas y liras aun suenan”, canta Puntarello con tintes operísticos pero de antiguas civilizaciones en “Invocación”, como cuando los campos sumerios florecían de nuevo en primavera, y ellos creían que sus dioses resucitaban, marcando a este como el comienzo del año, que era celebrado en sus templos con música y cantos.


“Estrella del sur”, la última de estas cinco canciones, fue dedicada a la memoria de Damián “Chipi” Pucheta, baterista de Saque -parte del grupo la integraba pero finalmente se disolvió- lo que para este quinteto rosarino es una pérdida que el metal recuerda en nuestros días. Teniendo presente a un amigo de batallas metaleras en la vida, "En cada abrazo de gol" cierran esta obra con un ser querido como símbolo y astro que los guía. “La luna no alumbra ya. Desde el ocaco de otoño. La oscuridad que encandiló. Tu música, tu huella”.


Escuchá "Hijos de Sumeria" de Sumerya, acá:




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