Jet Love: un viaje en las alturas con Conociendo Rusia

El Ruso hizo un disco para que sus canciones sean cantadas en la ducha a grito pelado. Los estribillos, los puentes, los solos finales de guitarra y las letras de amor para hablar en un lenguaje comĂșn y corriente que es el amor, ese creativo invento filosĂłfico que sigue siendo el Ășltimo vestigio honesto de la humanidad, para este trabajo trascendental de un artista que se posiciona como uno de los actuales referentes del rock nacional, el de los 80, el de antes del tambiĂ©n apreciado rock barrial. Sin embargo, esa etiqueta indie lo persigue sin contemplaciĂłn para no reconocer que fue el Ășnico nuevo artista que se puso la 10 en ese rubro cancionero, radiable y que, pese a que parece ser sencillo abordarlo, Ă©l lo lleva a delante con total naturalidad artĂ­stica.



Este material de once cortes, compuesto casi por completo en viajes arriba de los aviones, cuenta con el aporte fundamental de Nico Cotton, quien grabĂł varios instrumentos y coros (ademĂĄs estuvo en la composiciĂłn) y Guillermo Salort que hizo lo propio con las baterĂ­as. Por otro lado, Chechi de Marcos aportĂł tambiĂ©n coros y coescribiĂł uno de los tracks (“Te lo voy a decir”).


Es el momento de empezar a tirar influencias de todos los colores por la cabeza cuando el sonido de un aviĂłn despega y le da inicio al tema homĂłnimo. Con un teclado a lo Charly y coros al estilo Fito, aunque mĂĄs allĂĄ de toda sana comparaciĂłn su sello estĂĄ indeleble a tal punto que apenas suena su voz, o algĂșn yeite presente en sus frases, se reconoce quien estĂĄ del otro lado. Algo que puede notarse con claridad en “Cinco horas menos”, una de las canciones mĂĄs logradas del disco. “Mateo quĂ© te pasa me decĂ­s por el telĂ©fono”, expresa en una balada autorreferencial en la que lo acompaña Natalia Lafourcade. Antes, suena “Canciones”, un precioso homenaje al gĂ©nero cancionero y a la banda de sonido de tu vida. Y sĂ­, Ă©ste es un disco de canciones, pero a la vez una obra conceptual, un manifiesto sobre el amor y el rock nacional que sonaba por la radio. “Y es asĂ­ mi vida, escuchando mĂșsica todo el dĂ­a”, describe en esta pieza que tambiĂ©n tiene su marca registrada y un conciso solo de guitarra al final, que tambiĂ©n lo caracteriza a su creador.


“Lo mejor” y “Te lo voy a decir” habĂ­an sido ya los adelantos de este “Jet love”, que fue grabado en el estudio Sonic Ranch de Estados Unidos. Dos hitazos que encajan perfecto en la obra completa. El primero, con cierta Ă©pica musical y ese touch personal de Mateo en su prosa: “Tengo un dĂ­a mega dark y me asaltan pensamientos del mal, nadie viene preparado para ser un superstar, son problemas que hace rato ya no escuchĂĄs”. El segundo, con una estĂ©tica mĂĄs retro, un teclado de fĂĄcil tarareo, romĂĄntica, y otro estribillo demoledor en cuanto a lo adherente que pueden ser estas letras para cualquiera que la estĂ© pasando mal, o bien, en el amor.


Si “Cabildo y Juramento” fue un estallido consagratorio, y “La direcciĂłn” reafirmĂł esta pilcha de referente generacional, “Jet Love” es una proclama decisiva porque es verdad que, en estos tiempos, uno siempre dice “a ver quĂ© va a hacer ahora este muchacho”. No en plan hater (odiador de redes sociales) sino mĂĄs bien como con ganas de mucho mĂĄs y siempre en esa lĂ­nea de precisiĂłn.


El disco va pasando como si nada. Hit tras hit. Resulta un tĂ©rmino bastante anticuado decirlo asĂ­ pero el Ruso conserva eso de hacerlo clĂĄsico de manera espontĂĄnea. Guitarrista de Fito en “Canciones para aliens” (su padre fue el productor de ese ĂĄlbum de Paez) despacha algo muy pero muy GarcĂ­a en “El chacal”, una composiciĂłn personal que le dedica a un amigo suyo mĂșsico en el que los coros finales de este rockito lo dicen todo (“churup churu churup churup churup”).


Es bastante plomazo eso de marcar alusiones sonoras, pese a que verdaderamente es necesario hacerlo por el rescate que lleva adelante este artista con, tambiĂ©n en este completo “Jet love”, incursiones en el folk en otra bella canciĂłn de amor: “Una vuelta mĂĄs”. “Queda un largo viaje todavĂ­a, yo te quiero hasta el Ășltimo dĂ­a, falta mucho tiempo y a la vez que rĂĄpido que vamos a llegar al final”, suena premonitorio porque se acerca al epĂ­logo con “Heridas dulces”, arrimĂĄndose a una secciĂłn mĂĄs ochentosa, ideal para hacer un pasito, o subir el volumen de la radio y mover la cabeza al ritmo que el Ruso le impone a este tipo de pĂĄginas.


Luego de otra balada con aires folk (“Chocarnos contra la pared”) llega, junto al brasilero Tiago Iorc (como Caetano en “La rumba del piano”), una despojada balada acĂșstica “Late mĂĄs” y un cierre sencillamente fenomenal y atinado en “Parte de mi”, en la que ya no hay referencia que valga para describir la personalidad y el sonido autĂ©ntico que logrĂł, al frente de su proyecto, Mateo Sujatovich en este disco.


“Nada tengo que perder, me subĂ­ al Ășltimo tren, voy como un loco en el desierto y ya sĂ© que lo dije otra vez, pero hay cosas que no cambian, voy a desaparecer esta noche”, escribe el Ruso para autorreferenciarse con una canciĂłn de su primer disco (“Loco en el desierto”) y darle un broche de oro de mĂĄs de cinco minutos a una obra completa y bien lograda, en este tema que sintetiza el criterio de este ĂĄlbum que lo coloca como un autĂ©ntico caudillo de nuestro rock nacional.


A continuaciĂłn, escuchĂĄ "Jet Love" de Conociendo Rusia:




BuscĂĄ mĂĄs notas acĂĄ