“La lógica del escorpión”, Charly García

Si se lo tamiza por un análisis exigente “La lógica del escorpión” es un disco de detalles (tal vez detallecitos) o momentos, pero de lo que no queda ninguna duda es de lo luminoso que suena casi todo el tiempo que transcurre. Charly canta en “El club de los 27” aunque 27 es 72 al revés y no es lo mismo tener esos años en el lomo, menos siendo Charly.



En el disco propiamente se lo nota lúdico y alegre pudiendo aun usar esa pobre antena que le transmite lo que decir, ahora con la voz que le va quedando, sin tantos efectos especiales, bien al frente en los temas y pese que sin las letras a mano cueste entender lo que canta a quién carajo le importa eso. Charly está de vuelta entre nosotros y si bien su vida es un misterio de dimes y diretes en la actualidad, su música sigue vigente con este álbum que sucede (y mejora) a lo hecho en “Random”, publicado en 2017.


Como se dice en los paneles futboleros: hay partidos que se ganan por detalles. En “La lógica…” esos pormenores están explotados al máximo. De hecho en “Rompela”, con Roberto Petinatto en el saxo barítono, Charly dice “Rompela, el club no te va a esperar”. Un hit de radio (o como se llama ahora, un focus track) bien al estilo suyo para una canción anteriormente conocida como “Break it up”. Todo como si de entrada le estuviese hablando a sus fans e incentivándolos a convertirse en estrellas de rock al menos para lucirse en un concierto de la ducha. “Grita (agita), no seas como los demás” reza uno de los versos tras una apertura con un gong, la herramienta de metal que se utiliza, entre otras cosas, para alcanzar altos estados de meditación y conciencia.


De a poco con la escucha habrá que ir familiarizándose con esta propuesta de voz de Charly que no es nada más ni nada menos que su voz real y actual. “Hay que prohibir el auto-tune” dijo alguna vez. Ese detalle vocal precisamente es por momentos tierno y en otros inimputable para lo que se irá conformando como un disco de autohomenaje.


Le sigue a la que ya se conoció en “Kill Gil” el moog de “Yo ya sé” y aquí sobresale esa picardía típica de él. “Dios te ha dejado solo como internet” o “Freud ha arruinado todo como internet”. Es francamente hermoso escucharlo pronunciar esa palabra: internet. Hay que tener en cuenta eso. No es un Charly oscuro, ni espectral. Se destaca con lo que le queda de batería y Matías Sznaider, su ingeniero de sonido, pudo aprovecharlo y sacarle el jugo a la perfección.


“El club de los 27” cuenta con David Lebón tocando la guitarra como los dioses. “Dios creó todo el universo y también al Ku Klux Klan” dice Carlos y suspira como hasta irónico en la onomatopeya en un blues, estilo que no frecuenta. Nombra a Cristo, Lennon y Brian Jones para acabar con el sonido de un escopetazo y claro, antes del disparo, cita a otro de sus “amigos”, Kurt Cobain, para completar ese concepto icónico de las partidas precoces de algunos ídolos del rock and roll mundial.


En “La medicina nº 9” nuevamente está la viola del Ruso Lebón y los coros de Hilda Lizarazu. Vale la pena hacer hincapié en que no hay tanto séquito alrededor de “La lógica…”. Samalea, Kabusacki, Rosario Ortega, Toñó Silva, Sony. Viejos conocidos y pará de contar. Este es un track crudo y testimonial. Retomando el tema de los detalles posee reminiscencias a “Rock and roll yo”, guiños a The Beatles, un coro colorido en el que se nota la mano de los Ortega y es la composición que antecede a una honesta reversión de “Te recuerdo invierno”, esa letra del adolescente Carlos Alberto García Moreno, en este caso con una clara referencia al bandoneón de Astor Piazzolla, entremezclada entre sus versos.


“No lo sé, te digo en serio. Yo creo que hiciste grandes cosas y que después te empezaste a copiar a vos…” le respondió alguna vez Jorge Lanata a Charly cuando éste le pregunto si creía que era un artista. En aquel momento el escorpión no se quedó en el molde y le retrucó diciéndole “Y yo pienso que vos sos un pelotudo". En “La lógica…” llamaremos a esta interpelación “homenaje”, “obsequio para sus seguidores más acérrimos” o como bien se dijo anteriormente: detalles.


Entre esos destellos de fotocopiadora una de las mejores del disco, entre sonido de espejos rotos, es “Autofemicidio”, un rock ciento por ciento Charly García que va anticipando el final del Lado A, porque ese es otro detalle importante de la obra: está dividida en dos partes como en los vinilos. Tiene una ambiciosa edición en pasta. Una movida con tintes de colección que quizás no remite a ese estándar propio de búsqueda que dejó al propio artista con una vara muy alta.


Entonces el Lado A llega a su fin con “América” y la voz y el bajo (también baterías y guitarras) de otro Serú Girán: Pedro Aznar. En ella García también toca el bajo. Otra buena faena de esta placa que se esperó durante tanto tiempo y que se anticipa a otra nueva versión de un tema ya conocido de su trayectoria como lo es “Juan Represión”. Parece que la segunda parte se irá asomando más para los invitados que van quedando en la fiesta, incluso hay detalles en esta etapa que parecen estar de relleno. De todas maneras continúa sobrevolando ese clima lúdico y alegre, como brilloso y de regalo para los fanáticos.


Si bien han pasado apenas 10 o 15 minutos hubo tiempo para pararse, dar vuelta el LP y calzarle la púa del Winco para seguir en la ruta Charly. Incluso el propio García avisa que está empezando el Lado B con unas campanadas, emulando el final de un round de box, en la previa de esta canción emblemática de Sui Generis, que originalmente cantaba Nito Mestre. Se destacan acá los coros estilo eclesiástico de Rosario Ortega.


Charly replica y continúa con la melodía y la armonía de voces de “Chipi chipi” en “Estrella al caer”, otra radiante y esperanzadora canción que desemboca en “La pelicana y el androide” con la voz sobrenatural de Luis Alberto Spinetta como fruta. Un trabajo minucioso de García que extrajo la voz del Flaco (la grabó en “Privé”) de viejas cintas y decidió colocarla allí para lograr una emotiva y muy buen lograda versión desde el más allá.


Tal vez el disco podría haber terminado con Charly y el Flaco habiéndose reencontrado en el cosmos, despidiéndose en un fade out eterno pero el bigote bicolor insistió con otra versión de “Watching the wheels” de John Lennon para darle paso a un recitado suyo, acompañado por Rosario Ortega, de la fábula con origen desconocido del escorpión y la rana, en un intento por ir redondeando el concepto de esta obra musical.


“Me gusta mucho estar acá” evoca al beatle y sinceramente, por la entonación, se le cree. A Charly le encanta ser Charly. “No hay lógica en esto. Lo sé, respondió el escorpión. Pero no he podido evitarlo. Es mi carácter… Bebamos por el carácter” concluye el track homónimo y, como no podría ser de otra manera, invita a Fito Paez, uno de sus máximos discípulos artísticos, para la adaptación de “Rock and roll star” (The Byrds) en un tono festivo pero sarcástico al mismo tiempo.


Lo que pudiese ser tranquilamente un bonus track es el final de estos apenas casi 35 minutos de música “nueva” de Charly en siete años. Si se tiene en cuenta todo lo que le pasó en el medio no fue en vano la espera. Arranca cantando “Rompe la creencia / Rompela, tenés que hacerme feliz / Rompe las tendencias” como estimulando a las nuevas generaciones y termina con mordacidad soltando “Aprendé a grabar adentro de un placard / Y si alguien te va a discutir / No te olvides jamás, sos un rock and roll star”. Y verdaderamente quién se va a animar a debatir con Charly García para dar consejos sobre lo que es ser o no una estrella de rock and roll. Nadie. El último detalle: se publicó el 11 de septiembre. Así que Feliz Día Maestro.


A continuación, "La lógica del escorpión" de Charly García:




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